miércoles, 26 de febrero de 2014

Consejos para escribir - Psicología

¡Buenas tardes a todos!

Hace unos días os propuse un juego. Observar a las personas que nos encontráramos en nuestro día a día y describirlas en una libreta o en las notas del móvil. Únicamente rasgos físicos. Ahora bien, tras realizar esto que es bastante importante para que nuestros personajes tengan una consistencia y sean lo más reales posibles, tenemos que meternos en la cabeza de dicho personaje.

Podemos hacer dos cosas; o bien utilizar a una de las personas a las que hemos sometido a observación anteriormente o buscar a otra y apuntar aquello que observamos o que podemos pensar sobre ella. También puedes crear un personaje de la nada como tercera opción, sin embargo, no la recomiendo demasiado.

Bien, yo voy a coger a otra persona que estuve observando en el metro (me paso media vida en él, como podréis comprobar). Me llamó bastante la atención, por lo que quise escribir sobre ella tanto su aspecto físico como psíquico.

En el aspecto físico creo que todos sabemos lo que tenemos que poner. Pero el aspecto psíquico, la mente, es más complicada. Al menos, a mi parecer.

Cogeremos, como hemos dicho a un personaje; yo voy a coger el personaje con dicha descripción física.

Mujer, +35. Pelo corto rubio ceniza, puntas hacia arriba, ojos azules y sonrisa. Vestido rojo de tirantes, jersey y medias negras. Botines rojos. Abrigo negro. Maleta roja.

Tenemos una descripción física bastante simple, la cual podemos alargar como mostré en la entrada anterior. Sin embargo, esto es lo que apunté sobre su psique -o todo lo que se puede apuntar sin conocer a dicha persona-.

Alegre, de actitud despierta. Se sienta algo tumbada sobre el respaldo del metro. Tiene un tic nervioso en las manos -las junta sin parar-. Mueve los pies con las piernas cruzadas -nerviosa-, curiosa -mira a todos lados-. Mira continuamente la hora.

No es mucho, y tampoco dice demasiado. Pero, podemos realizar una especie de "informe psicológico" con estas características de base. Luego, añadir o quitar es cosa vuestra. muy bien, allá vamos.


No paraba quieta. La mujer parecía incómoda en el asiento, como si quisiera estar haciendo otras cosas más interesantes y eso se denotaba en sus gestos; rápidos, imperceptibles, repetitivos. Los repetía una y otra vez. Cerraba los ojos, los abría y movía por todo el vagón, a la espera de encontrar algo que llamase su atención, mientras colocaba las manos sobre el regazo, entrelazando los dedos, apretándolos hasta dejarse los nudillos blancos como la cal, y cruzaba las piernas femeninamente, agitando en el aire el pie, en un gracioso vaivén, siguiendo el ritmo de un metrónomo. Tras eso, miraba el reloj y el cartel alargado negro luminoso que había sobre cada pasillo que conectaba los vagones. ¿Estaría esperando a alguien? Podría ser así pero, a juzgar por la maleta de color escarlata que descansaba a su lado, no podía ser. ¿Estaría de camino al aeropuerto? ¿O se mudaría de casa? Cualquiera de las respuestas a esas preguntas no tendrían la menor importancia, pero lo que era seguro era que fuese cual fuese el destino de aquella joven, sería algo positivo. Sonreía, sonreía a todos lados, como si la estuvieran contando un chiste, como si viviera en una comedia perpetua. Una sonrisa cálida y reconfortante, de esas que te levantan el ánimo. 


No es la mejor descripción del mundo, pero para empezar y ver un ejemplo no está mal. También se podría haber hecho más esquemáticamente, pero me gustan las cosas descriptivas. Como podéis observar, me he dedicado a describir aquello que vi, añadiendo alguna que otra cosa para que encajara en la descripción. Sin embargo, notamos que aún falta algo a todo esto. Claro, tenemos una idea de cómo puede ser su personalidad exteriormente, pero no cual es la verdadera; no sabemos nada sobre sus aficiones, las fobias, si tiene sueños, expectativas, sufre algún trauma, etc. Así que, vamos a realizar un ejercicio; describiremos a esa persona que queramos o un personaje que elijamos (creados por vosotros o de otro autor; pensad que esto es solo un ejercicio, no vamos a ganar monetariamente nada).

Para que las cosas me sean más sencillas, voy a dividir todo en partes; pondré un título sobre lo que voy a describir y pondré a continuación el ejercicio. Después, ya lo uniremos todo en un texto más completo si así lo queréis, pero no es obligatorio.


Personalidad exterior:

Cualquiera que la viera por la calle, pensaría que estaba loca. No dejaba de moverse, caminaba por la calle como si estuviera bailando algún tipo de danza inventada siguiendo el compás de alguna canción de moda que repitieran una y otra vez en la radio. Tal vez... O tal vez, tan solo se diera al hecho de que estaba contenta. La sonrisa que pintaba sus labios iluminaba su rostro y había sido el causante de que varias personas se giraran a mirarla. Cuando llegó a un portal, paró en seco. Miró el reloj de pulsera que llevaba y se mordió los labios. Se movió por el escalón de un lado a otro, imitando a la guardia de algún lugar importante, estirando las piernas, inclinando el cuerpo al apoyar el pie en el suelo, para volver a empezar una vez se tropezaba con la pared contraria. Volvió a mirar el reloj y alzó la mirada. Se mordió el labio nuevamente y comenzó a juguetear con el bajo del vestido, arrugándolo y alisándolo, frunciéndolo y ondulándolo. Nerviosa. Muy nerviosa, ponía en ese mismo estado a todos los que pasaban, que se apartaban ligeramente cuando pasaban por su lado. 

Personalidad interior:

No era una persona impaciente, o que se pusiera nerviosa con facilidad. Pero estaba emocionada, no podía evitar sentirse de esa manera. Cuando había recibido la llamada mientras trabajaba en una práctica de la universidad, todavía no podía creérselo. ¡Era él! ¡La había llamado a ella! No a sus amigas, que eran más guapas en su opinión, sino a ella. ¡Y la había pedido salir! ¡Era como un sueño hecho realidad! Había ido corriendo a casa y se había pasado más de una hora decidiendo que ropa ponerse. Quería estar perfecta. Ella no era así. Se consideraba una persona tranquila, sosegada, con las cosas claras y los pies en la tierra. Pero cada vez que le veía o escuchaba su voz, su corazón se aceleraba, su cuerpo se convertía en una estufa y su cabeza se nublaba hasta hacerle perder el último vestigio de realidad al que se aferraban sus neuronas. Sus padres no entendían sus cambios de personalidad. Sus amigas tampoco. Eran ellas las que tenían que arrastrarla a las discotecas, o a la calle. ¿No entendían que era feliz entre sus probetas, microscopios, bacterias y ordenadores? ¡La química era todo su mundo! Hasta que llegó él e hizo que su mundo girara más de 360º.

Aficiones:

Le gustaba su carrera. Era divertida, interesante e... inesperada. Nunca sabías lo que podía suceder si a cierta bacteria le insuflabas calor junto con una disolución A o si la congelabas con una disolución B a la que previamente la habías sometido a otros procesos químicos. Y por eso, podía pasarse horas en el laboratorio de la universidad. Los profesores la dejaban, se había convertido en una parte más de aquella habitación, tanto, que había ocasiones en las que ni se daban cuenta de su presencia, hasta que gritaba eufórica o por decepción. Después, adoraba llegar a casa, quitarse los zapatos en la entrada e ir desnudándose hasta llegar a su habitación, meterse en la bañera de aguas humeante de su cuarto de baño y poner música relajante; quedándose en numerosas ocasiones dormida y ganándose la bronca de su compañera de piso, la cual se asustaba al verla tan quieta. Experimentar y relajarse en una bañera, sus dos actividades preferidas junto con leer un buen libro. Dejarse envolver por las palabras de un buen romance, de una novela policíaca, de un drama o de algún momento histórico. Verse a sí misma vestida de diferente manera, viviendo cada uno de los hechos que se suceden uno tras otro y, enfurruñarse cuando se acaba el libro y no tiene nada más que leer. 
Otra cosa que le gustaría hacer, si no fuera por su mala mano, es cocinar; pero quema cualquier alimento que se ponga por delante y vive a base de comida precocinada o, muy de vez en cuando, cuando su compañera de piso se cansa de comer grasas y cocina algo nutritivo y sano. 

Fobias:

Cuando era pequeña, sus padres le regalaron un pequeño peluche con forma de payaso. ¡Era precioso! Su cuerpo era blando, de trapo, como si estuviera relleno por dentro de pequeñas bolitas. Su cabeza era de porcelana blanca, remarcando con negro las cejas y los labios, el suave contorno de los ojos y delineando la fina lágrima que le caía sobre una de las mejillas. Llevaba un pequeño sombrerito negro, como si fuera de fieltro y haciendo la mitad de una circunferencia. Llevaba una gorguera blanca y un traje parecido al de un pijama, con grandes botones negros. Adoraba aquel muñeco. Le parecía tan bonito, tan lejano, tan... enigmático. Sin embargo, no supo con seguridad cuando cambió su admiración a terror. Ya no podía ver aquel muñeco que tanto le gustaba, con el que tantas cosas había hecho, el mismo que le había acompañado a todos los sitios. Tal vez tuviera que ver con aquella película que echaron por la televisión, la misma que sus padres no le dejaron ver, la misma que estuvo contemplando a escondidas desde el quicio de la puerta, la misma que la horrorizó y la hizo tener un pavor horroroso a los payasos en general.
Había ido a psicólogos, pero todos le decían lo mismo. Sentía un miedo atroz al exceso de maquillaje, a la falsedad, a las máscaras de la gente, a que le hicieran daño. Pero, ¿no sentían todo eso las personas? ¿No tenían miedo de ser dañadas?

Sueños:

No debía vivir en las nubes, tendría que tener los pies sobre la tierra, donde estaba el mundo real, pero si alguien le preguntaba qué es lo que quería hacer en la vida, ella te contestaba con una sola palabra: viajar. Adoraba las distintas culturas de los países, los monumentos, la comida, la gente, los paisajes, las experiencias que podía conseguir. Pero sabía que para eso se necesitaba dinero, no podía meter su ropa en una maleta, coger un tren o un avión y poner rumbo a un país al azar, a vivir aventuras. No podía dejar tampoco la universidad, no después de todo lo que había trabajado y de lo poco que le quedaba para terminar. Así que  había algo que sí que se había planteado. No dejaba de ser un sueño, pero sería algo factible. Trabajar en algún país extranjero tras terminar la carrera. Podría aprender tantísimas cosas de esa experiencia.


Como veis, no es un ejercicio demasiado complicado.

Esto nos ayuda a tener una idea general del personaje. Por supuesto, yo lo he descrito pero podéis ponerlo como si fueran ligeros apuntes; por ejemplo, "Sueños: viajar por todo el mundo. Fobias: Coulrofobia. Aficiones: Quimica, pasear, leer...".

Os animo a hacer lo mismo. Coged un personaje y hacer lo mismo, pensad en su personalidad psíquica, en cómo le ven los demás, sus miedos, deseos, etc. Montar un personaje lleva su tiempo, pero siempre es gratificante ver cómo hemos creado un personaje que parece real y con el que la gente puede sentirse identificada.

¿Qué os ha parecido este consejo?
¿Os ha servido?
¿Tenéis algún otro método para hacer esto mismo?

Espero que os haya servido.
Nos leemos~~

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